lunes, 5 de noviembre de 2012

Aparato médico-sanitario y las actividades de autoatención.


Aparato médico-sanitario y las actividades de autoatención.

José Carlos España Macías
Eduardo Rodríguez Morales.

Se debe entender un medicamento como un instrumento de salud y no como un bien de consumo motivo por el cual su uso debe adecuarse de cada individuo.[1]

La autoatención y la automedicación son las primeras respuestas ante la enfermedad en nuestro país y a nivel mundial.[2]
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la autoatención como “lo que las personas hacen por sí mismas para mantener y preservar su salud y para prevenir y curar las enfermedades”. Aunque se les ha restado importancia, la suma de sus consecuencias es un verdadero problema de salud pública.[2]
La automedicación, es decir, la administración por cuenta propia de un medicamento es un hecho cotidiano y habitual en nuestra sociedad que se da en la mayoría de los hogares.[1]
Esta utilización por voluntad propia puede ocasionar perjuicios o beneficios al paciente. Es decir la automedicación no debe entenderse siempre como un acto erróneo  sino que llevada a cabo de forma responsable puede aportar ventajas.[1]
Si bien en los últimos años se hablaba cada vez más de autocuidado, autoatención, grupos de autoayuda, soportes y redes sociales de apoyo, ello no supone que el sistema de salud de los países latinoamericanos desarrollen sus programas y actividades incluyendo dichas formas de atención/prevención de la enfermedad.[3]
La autoantención implica un amplio espectro de actividades (referidas a alimentación, higiene, educación “informal”, etc.) cuya unidad de acción no es el individuo sino el microgrupo dentro del cual se llevan a cabo la mayoría de dichas actividades.[3]
La detección de un problema de salud, la producción de un diagnóstico provisorio, el manejo de un repertorio de indicadores diagnósticos, la observación del desarrollo del padecimiento, utilizar criterios de levedad o gravedad así como de urgencia respecto del problema; decidir sobre lo que debe hacerse lo cual incluye “no hacer nada”, autorecetarce y autoadministrarse algún tipo de sustancia o mecanismo terapéutico, la consulta a miembros de la red familiar y social inmediata o solicitar tratamiento a profesionales de la biomedicina o curadores “populares”.[3]
La autoatención constituye el primer nivel de atención/prevención que opera en cualquier sistema de salud. Las centros de salud comunitarios o los curadores “populares” constituyen en la práctica un segundo nivel de atención.[3]
La autoantención se constituye a partir del saber desarrollado en cada micro grupo, y en particular en el grupo doméstico.[3]
Las sociedades latinoamericanas caracterizadas por sus crecientes niveles de “pobreza”, por un constante y discontinuo desfinanciamiento de los servicios, por un permanente y creciente proceso de migración rural/urbana, etc., incorporan nuevas pautas de autoatención que incluyen prácticas y representaciones producidas por la sociedad dominante.[3]
Las actividades de autoatención de la mujer “pobre” aparecen limitadas para ejercer con eficacia los saberes existentes respecto del conjunto de los padecimientos. Si bien el autocuidado opera a través de unidades microgrupales, lo hace dentro de condiciones económico-políticas y culturales así como la función que cumple dentro del sistema de relaciones sociales dominantes.[3]
La asociación del alto consumo de medicamentos para el tratamiento de síntomas inespecíficos con la falta de conocimientos sobre los efectos adversos, así como el uso de medicamentos controlados, nos llevan a una conclusión evidente: la automedicación es irresponsable. El consumidor final no es, sin embargo, el único culpable de esta situación. Las farmacias, el sistema de salud, los medios de comunicación y el entorno social juegan un papel muy importante que no debemos olvidar.[2]
A pesar de esta conclusión, creemos que esta situación puede cambiar y aproximarse al ideal de la autoatención responsable. Para llegar a este estado, a nuestro juicio, deben aplicarse medidas que tiendan a:
a) Recomendar y animar el uso de los servicios de salud.
b) Aumentar los conocimientos de los efectos adversos y dosis de los fármacos entre la población.
c) Regular la publicidad agresiva de los medicamentos.
d) Reforzar la legislación en lo que a venta de medicamentos controlados se refiere.
e) Mejorar la calidad de la educación en materia de salud y crear conciencia sobre los efectos de la automedicación en la salud comunitaria.[2]

1. Ormaechea-Alegre E. Automedicación y uso responsable de medicamentos. MAPFRE. [En linea][Revisado el 4 de Noviembre de 2012]. Disponible en: http://www.mapfre.com/salud/es/cinformativo/automedicacion.shtml
2. Perez de Celis E., Roa-Nava Y. Patrones de autoatención y automedicación entre la población estudiantil universitaria de la ciudad de Puebla. [En línea][Revisado el 4 de Noviembre de 2012] 2004 55-56: 43-51. Disponible en: http://www.elementos.buap.mx/num55-56/pdf/43.pdf

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